............Lo malo de estar extrarrejas es que estoy fuera.
............A veces tengo la sensación de que mis genes estaban compuestos para adaptarme a vivir allí dentro, en el zitio eze. No fue así, pero pude existir. Hay un abismo entre vivir y existir, son matices semánticos que llevan a mundos distintos. Estuve existiendo durante tantos años a modo de hongo, pululando por esos espacios tan limitaditos, tan cerrados, que me sobra aire ahora. Y todo el mundo sabe que los hongos con demasiado oxígeno se ahogan y se engurruñan. Ya, ya sé que podría existir a modo de liquen, que es otro estatus, como el que pasa de cajero de supermercado a banquero de ventanilla, y así comenzar la carrera hacia eso que se llama vivir. Pero es que me he quedado pegado a las piedras y lo que me ha ocurrido es que me he mineralizado. Y así no hay quien viva, porque, con tanto cristalillo, me dan agujetas en los pensamientos y me quedo en suspenso, o en 'stand by' pero sin pasar nunca a 'by'.
............Lo malo de estar extrarrejas es que he perdido importancia. Ahora sí que no soy nadie. Y me veo a mí mismo con esta pinta de candidato a cola de comedor social y se me hunden las mejillas. Al menos dentro era el encargado de avisar cuando fallaba el sistema de chorro de vapor, un sistema ideado para abotagar a los gallitos. En todas las celdas había una especie de sistema antiincendios, pero hecho para echar chorros de vapor a ciento dos grados centígrados, activado cuando a alguien se le iban los cables. Un sistema tan simple aplatana al más pintao. Y fui yo el que lo inventó. A mí me robó la patente un pánfilo y yo le dejé muy clarito que las ideas no se roban, haciéndole tragar un kilo de sal para suicidarle involuntariamente a la japonesa.
............"El Rey Olla Exprés", me llamaban entre rejas.
............Y ahora soy un rey caído.
............Lo malo de estar extrarrejas es que ni siquiera me pica el cuello por la mugre de la camisa.
............Lo malo es que ni siento y dudo si tan siquiera existo.
8 comentarios:
¡Bienvenida al mundo de los hongos engurruñados! Es un honor para nosotros contar con otra ilustre inventora de inventos absurdos.
Josef, querido, enséñale sus aposentos; y por favor, ponle antes la correa al bicho.
No te apures, Xrisstinah; Rosawn muerde pocas veces. Sólo hay que procurar no molestarla cuando se encuentra en modo 'autista', porque le ocurre como a los sonámbulos, que es peligroso despertarles durante uno de sus episodios. La última vez que Shiro cometió la imprudencia de importunarla entonces, Rosawn le mordió en los brazos a buena altura, y ahora a Shiro le basta un chaleco para protegerse del frío invernal. Pero, generalmente, Rosawn es un encanto.
César
Como fui indultado en la entrada anterior me colgais a mi el muerto de ponerle la correa a Rosawn.
Sois unos socabramos, joputas, envidiosos y tiñosos. ¿Por qué tengo que ser yo? Id vosotros y ponédselo si quereis evitar que se cague encima de nadie. Caramba.
Rosawn, sin ofender.
Oye, que yo ampoco muerdo, sólo escupo ácido sulfúrico.
el mejor momento para ponerle la correa es cuando está dormidita encima de mi hombro.... y sus garritas cerquita de mis genitales, por si intento escaparme... pero a parte de eso suele comportarse, al menos conmigo... :P
Tranquilo, Josef querido, yo no me ofendo. Si a mí el rollito correas me pone mucho.
Hola Xrisstinah, te daría la bienvenida de todo corazón, pero prefiero amenazarte: como alguna vez se te ocurra dejar que Josef te ponga la correa, te desafiaré a un duelo a muerte consistente en ver cuál de las dos es capaz de vomitar más rato por la boca y la nariz simultáneamente sin ahogarse. Josef sólo me pone la correa a MÍ, que quede claro.
Por lo demás, eres chachi. Besitos.
En cuanto a este asunto de correas... Me pregunto que tendría que decir al respecto La chica que va de acá para allá...
Además, habeis entendido mal, a quien hay que ponerle la correa (y no pienso ser yo porque huele muy mal) es a Rosawn. Nadie ha hablado de ponérsela a Xrisstinah
Lo hemos entendido perfectamente, cuchicú, pero hay que marcar territorio, que luego pasa lo que pasa.
Me voy a la entrada del blog a esperar el regreso de Nacho, que no suele despreciarme abiertamente. A ver si llega pronto y me rasca detrás de las orejas un ratito, aunque sea con guantes de látex, que necesito cariños.
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