jueves, 31 de diciembre de 2009

Lógica navideña

............La última noche del año suele ser un fenómeno sociológico sin parangón. Si uno se asoma a la ventana desde la cálida protección de su hogar, puede ver cómo un ejército de gente vestida de esmoquin invade las calles. Me gustaría que fueran zombis sin alma, incapaces de hablar, pero impecablemente vestidos, que se zampasen a los desprevenidos viandantes. Pero por desgracia el mundo no es un lugar perfecto.
............Alguna Nochevieja he conseguido vencer el miedo a los pingüinos zombis y me he aventurado por las calles junto a estas extrañas criaturas. Incluso me he interesado por sus hábitos y lenguaje, llegando a conclusiones ciertamente esclarecedoras.
............Para empezar, el vestuario elegido es una mera convención social y no condiciona en absoluto la verdadera personalidad del individuo. Es decir, el individuo es igual de gilipollas que siempre, aunque la sofisticación que asociamos al atuendo da lugar a incongruencias geniales.
............Por ejemplo: durante una de esas noches aciagas, estaba esperando a unos amigos para ir a cenar, cuando de improviso se aproximó un grupo de bakalas de gala. Ellas llevaban vestidos tan ceñidos que tenían paperas en lugar de pechos y ellos parecían un armazón con cabeza —sólo la parte exterior— y zapatos.
............Se pararon a esperar a otro grupo de similares características y entonces asistí a un episodio de lógica bakalo-pingüinesca. La conversación fue más o menos la siguiente:
............—Mira, Johnny, me he hecho el nudo de la pajarita yo —dijo el sujeto número uno con abierta inocencia y cargado de ilusión.
............—Tú eres subnormal. La mía se abrocha por detrás y punto, pelota —contestó Johnny.
............Entonces el sujeto número uno se entristeció. Pude ver que manifestaba un sentimiento de profunda aflicción. Y también pude comprobar que, en efecto, el nudo de la pajarita lo había hecho él, y seguramente con los dedos de los pies de otra persona. Aún así, el sujeto número uno quería conseguir la atención de Johnny y no dudó en intentarlo.
............—Oye, Johnny, ¿por qué se comerán doce uvas en Nochevieja?
............—Joder, tronco, pues porque el champán se hace con uvas. No te vas a beber doce botellas.
............El sujeto número asintió, reconociendo lo evidente de su pregunta y la brillantez de la respuesta. Definitivamente, la Navidad es un sinsentido que sólo se entiende vestido de esmoquin y tras ingerir doce botellas de champán.
............Feliz año.

2 comentarios:

César dijo...

Pero qué bruto, el tal Johnny... Todo el mundo sabe que se comen doce uvas porque producen rayos, te pones moreno y da suerte comenzar el año así.
Qué osada es la ignorancia.

César

Shiro dijo...

Ya te digo, porque si en vez de champán fueran copas de ron, no acababa nadie la nochevieja xD

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