jueves, 27 de mayo de 2010

La cerradura equivocada

............Liar los bártulos, aparte de una expresión que necesita ser apadrinada, nunca ha de constituir un disgusto si se exceptúan las tribulaciones, ni siquiera al abandonar algún paraje en el que se ha disfrutado como raras veces y uno descubre en el proceso que han desaparecido sus pantalones de la habitación que ocupa en un hostal. Sí, uno podría indignarse hasta que las orejas se le hiciesen carboncillo por tal descompostura, pero vayamos a los pormenores.
............A mi costillita, mujer infalible donde las haya en determinados asuntos, le tocó llevarme a Florencia, así que fuimos humildemente, con más pasiones que dinero, a la urbe amada por el gran caníbal. Embocamos la callejuela del hostalito, tan pictórico que abruma, con la extraña mezcolanza propia de lugares que parecen no estar seguros de la época en que existen, pero juvenil y bien apañado; y tras la cortesía de un beodo que nos deseó buona sera a medianoche, recogimos la llave de la habitación, que mi costillita introdujo en la cerradura y, después de forcejear con ella unos minutitos, partiola en dos.
............Intercambiamos miradas y balbuceos de inquietud, y tan presuroso como quien huye de un estropicio en dirección contraria a la debida y habiendo dejado a su perpetradora junto a la puerta, que quizá ya nadie abrió, bajé con la llave escindida y la blandí alegremente a la altura de los ojos del encargado, un tipo impasible, de pocas palabras, que acusome, inocente de mí, de ser very strong; y de nuevo en el descansillo, tras apercibirse de las auténticas dimensiones del patinazo y quedarse inmóvil unos segundos, nos explicó que había un par hostales en el inmueble, que nos habíamos metido en el que no era y ensartado la llave en la cerradura equivocada. Nos proporcionó otra, nos condujo a nuestra verdadera habitación y volviose a su puesto murmurando que a la mañana siguiente llamaría al patrono del hostal vecino y a un cerrajero, cuyo trabajo, naturalmente, tendría que pagarse. Y no supimos más. Así que lo único que me queda por reconocer es que espero que le hayan aprovechado los pantalones.

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